06 Feb Algunos Nombres Buenos. Personajes convincentes y recursos para convencer
Cursos de oratoria en Asturias
En el ámbito de la oratoria y de la comunicación la excelencia tiene nombres propios. Y son nombres que suelen aparecer a lo largo de nuestros cursos para hablar en público en Oviedo y Gijón como habituales referentes. Potentes comunicadores y oradores eficaces que consiguen efectivamente ganar a la audiencia. Nombres como Carlos Herrera, Almudena Ariza, Lorenzo Milá o Mario Alonso Puig, son el paradigma del arte del bien hablar, con distintos estilos. Por eso en ESSOC, siempre pegados a la realidad, disfrutamos analizando en nuestros cursos de oratoria en Asturias los recursos empleados por esos profesionales y algunas de las claves de su éxito.
Si algo tienen en común tales profesionales es su capacidad para ganar a la audiencia. Para ser convincentes. Más allá de su maestría en el arte de la persuasión o sus habilidades dialécticas, los comunicadores convincentes consiguen hacernos sentir que lo que dicen nos interesa. Y que merecen ser escuchados. Afianzan su autoridad sobre cualquier reticencia inicial partiendo de su capacidad expresiva y de su habilidad para establecer conexiones eficaces con quienes les escuchan. Derriban nuestras defensas y no hacen prisioneros. Nos conquistan.
Con estilos que aprovechan desde la fina ironía y el dominio de la locución modulada de Herrera, hasta el discurso equilibradamente enfático o impecablemente articulado de Milá o Ariza, pasando por la cercanía y la capacidad para despertar el interés de Alonso Puig. Todos ellos tienen mucho que enseñar. Y muy en particular a quienes estén interesados en perfeccionar sus habilidades para hablar en público, como los alumnos de nuestros cursos de oratoria en Gijón y Oviedo.
«Ganar a la gente que me escucha es prioritario porque está en juego mi objetivo”.
Esta es la razón de ser de toda empresa, de todo discurso, de todo profesor.
Y estos serían algunos de los recursos para ser convincente que, como centro especializado en cursos de oratoria en Asturias podríamos recomendaros, basándonos en el ejemplo de los personajes citados:
Sazona tu discurso con perlas de información.
Conectar con el público implica siempre tender puentes. Hacérselo fácil al oyente. La escucha es una actividad pasiva pero implica un mínimo grado de esfuerzo que se traduce en atención. Evitar el lenguaje árido o el exceso de datos abstractos suele facilitar ese objetivo. Sin embargo una exposición generalista, imprecisa o llena de obviedades cansa enseguida.
Los maestros de la comunicación saben utilizar un lenguaje llano o coloquial – cuando procede -, pero al mismo tiempo intercalar los tecnicismos necesarios para dotar de profundidad a su discurso y hacer que cale en el auditorio.
Utiliza un lenguaje ameno y directo, pero intercala datos o términos técnicos en su justa dosis. Ganarás credibilidad.
Recurre a los objetos, sé gráfico.
Mostrar a la audiencia cualquier objeto, el que sea, actúa siempre como un imán de la atención. Cualquier excusa es buena, pero si con ello, además de focalizar el interés se facilita la comprensión de la exposición, mejor que mejor. Manipularlo, enseñarlo, incluso prestárselo al público, son trucos muy útiles para despertar a los asistentes y reforzar nuestra exposición. Un recurso muy habitual de Mario Alonso Puig en sus charlas sobre medicina. Y funciona.
Pregúntale al público.
Dejar interrogantes en el aire o plantear preguntas a la audiencia supone trascender el modo unidireccional de comunicarse. Romper esa barrera de cristal que nos separa de un público en actitud pasiva. A veces, incluso pueden obtenerse respuestas aisladas. O corales, si contamos con un público suficientemente dinámico. En todo caso, pasar de ser expositores a inquisidores tendrá sus ventajas. Como mínimo forzaremos una breve reflexión individual, aunque sea para desechar nuestro planteamiento. Y con eso ya tendremos un oyente atento.
Además tejiendo una oportuna red de preguntas y dejando su respuesta al público, podemos conducirlo por el hilo de nuestro razonamiento, hasta ganárnoslo. Sócrates inició ésta moda. Y un experto actual en dejar preguntas abiertas a la reflexión podría ser Lorenzo Milá ¿se os ocurre algún otro?
Interactúa con la audiencia.
Un paso más, en el camino para ganarse al público, es la interacción. Conseguir no sólo que contesten, sino que se muevan reforzará esa conexión. Al romper la inmovilidad, después de un buen rato sentados, además, se activará la circulación y los resortes de la atención se dispararán de nuevo. De nuevo recordamos las charlas de Mario Alonso Puig y la efectividad sus breves ejercicios calisténicos para hacernos remover de nuestros asientos con cualquier pretexto.
Introduce anécdotas personales.
En ese proceso de humanización y reconocimiento entre el mero busto parlante y el oyente, contar algún sucedido real (o inventado) es de gran ayuda. Un ejemplo utilizado para arrancar muchas charlas, conferencias o monólogos es narrar la clásica charla con el taxista que ha llevado al ponente al evento. Hay grandes maestros. Aunque en esto de las anécdotas, para muchos ostenta el cetro indiscutible el experimentado Carlos Herrera. Y es que, como afirmaba John C. Maxwell en El poder de las relaciones:
“Si quieres impresionar a tu audiencia, háblale de tus éxitos; si quieres que se identifique contigo, háblale de tus fracasos.”